Variaciones genéticas de la mosca de la fruta

A quien le interese:
no vengas y, si puedes, vete.

Elige soltar, no agarrarte,
la belleza está en el salto del columpio
y no en agarrar el extremo contrario.

En el aire
en el aire libre
libre en el aire.

¿De qué materia están hechos
los algodones que rellenan
estos muñecos que viven
en las casas cercanas a la mía?

En mi ciudad te pudres si te mueves
y te pudres si te paras
y solo no te pudres
si haces de ese hedor tu colonia
y la compras.

Me he equivocado:
este invierno no solo no pasaré el río solo
sino que ni tan solo pasaré el río.

Mientras decido en qué orilla
vivo
-si en la que relleno
o en la que deseo,
porque soy
obcecado y enfermo de tristeza y cariño-
dejo las herramientas de hacer puentes
y te  mando a la mierda,
a ti y a tus ganas de cruzar.

¿Quieres?
Cómprate un puto barco
y a ver qué haces cuando te enfrentes
a la corriente.
Nunca habrás llegado
tan lejos.


2 comentarios:

Guerrera dijo...

Los miedos, la mediocridad, la insensibilidad, la falta de coraje..., no van contigo.
No sabes decir no. Decir no es algo fácil para la mente. El no, simplemente corta todo; ya no hay necesidad de continuar. El no es muy económico. El sí es peligroso. Una vez que dices sí las cosas se vuelven difíciles.
Tú eres sí. Sí sensibilidad, sí amor, sí libertad, sí ayuda, sí fuerza, sí inteligencia, sí tenacidad.
Pasarás el río.
Ese y cualquieras.

Juan Pablo Herencia dijo...

Este invierno pensé que habría más gente cerca y que, por fin, algo iba a ocurrir.
Ya ves que no. Puede que sea hora de echar el ancla o de mover el barco a otro sitio.